En este post continuaremos descubriendo información sobre el fascinante mundo de la microbiota instestinal y sus bacterias. Si lo recuerdas, en el anterior post hablamos sobre los probióticos, sus beneficios y los alimentos donde los encontramos, por lo que ahora toca desvelar los misterios del mundo de los prebióticos.
¡Esperamos que os interese tanto como a nosotras!
Se denominan prebióticos a un tipo de hidratos de carbono no digeribles (fibras) presentes en la dieta, que estimulan el crecimiento o la actividad de microorganismos autóctonos, resultando beneficioso para la salud.
Pese a que nuestro sistema digestivo no es capaz de digerir los prebióticos, éstos son fermentados en el tracto gastrointestinal y utilizados como alimento por las bacterias intestinales beneficiosas. De esta forma se promueve el crecimiento de dichas bacterias, disminuyendo la cantidad de microorganismos potencialmente patógenos.
Los más destacados son:
Entre los numerosos efectos positivos que presentan los prebióticos, podemos destacar que:
Para aumentar el valor prebiótico de nuestros platos, los llenaremos con hortalizas, frutas y tubérculos, buenos para nosotros y para nuestros microbios intestinales, e incluiremos huevos, frutos secos y semillas.
De entre toda la variedad disponible, nuestros preferidos son:
Para entenderlo hay que saber que el HC predominante es el almidón, formado a su vez por 2 estructuras diferentes: una cadena más sencilla (amilosa), y otra más compleja (amilopectina). Cuando cocemos la patata/boniato, estamos introduciendo agua en la molécula de almidón, y muchas cadenas de amilosa salen hacia fuera. De esta manera, si nos comemos los tubérculos recién cocinados, somos nosotros los que aprovechamos ese almidón, ya que será digerido por nuestras enzimas y absorbido por nuestras células. En cambio, si cocemos estos tubérculos y después los dejamos enfriar, idealmente en el frigorífico, modificamos completamente la estructura del almidón, por un proceso conocido como retrogadación del almidón, y el resultado es la formación de almidón resistente tipo 3, el cual resiste a la acción de nuestras enzimas digestivas, y por lo tanto no podremos digerirlo ni absorberlo, y llegará intacto a nuestros microbios intestinales que lo utilizará como prebiótico.
Después de haber aprendido sobre el potencial probiótico y prebiótico de algunos alimentos, estarás pensando que tú también querrías aprovecharte de sus beneficios, y por ello te traemos algunas Recomendaciones para aumentar tu consumo de probióticos y prebióticos:
Para terminar, recuerda que, el consumo de una dieta variada y equilibrada, con un adecuado aporte de frutas, hortalizas y legumbres, junto con el consumo de alimentos prebióticos y probióticos es indispensable para mantener el equilibrio de nuestras bacterias intestinales, y seguir beneficiándonos de su actividad.
Cañellas X, Sanchis J, Aguado X, Redondo L. Alimentación prebiótica. Para una microbiota intestinal sana. Plataforma Editorial.
Guías Mundiales de la Organización Mundial de Gastroenterología. Probióticos y Prebióticos. Febrero 2017. Disponible en: http://www.worldgastroenterology.org/UserFiles/file/guidelines/probiotics-and-prebiotics-spanish-2017.pdf
[Internet] Mouw M. los efectos de los probióticos y prebióticos en nuestra microbiota intestinal. Gut Microbiota for Health. 2019. Disponible en: https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/los-efectos-de-los-probioticos-y-de-los-prebioticos-en-nuestra-microbiota-intestinal/
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